Esta fecha de la Copa de la Liga se presentaba ideal como para que Central y Newells lograran resultados positivos, mostraran un buen juego y llegaran entonados para el clásico del sábado que viene. Enfrente tenían a los dos equipos de La Plata, Gimnasia y Estudiantes, que vienen atravesando un difícil presente, muy alejados de lugares de privilegio que supieron ocupar. El lobo llegaba al partido con el canalla en posición de descenso, con cuatro derrotas en 5 partidos disputados. Y el pincha venía a enfrentar a la lepra sin victorias en su haber, con apenas dos empates y ubicado en el último lugar de su zona. Es decir un escenario propicio que no se podía dejar pasar.
Los equipos rosarinos tampoco llegaron a estos encuentros en óptimas condiciones pero nada hacía prever que el fin de semana fuera tan aciago. La realidad de ambos equipos es parecida, dos técnicos con peso específico e identificados con el club, como Miguel Ángel Russo y el Gringo Heinze, mercados de pases que no fueron del todo satisfactorios con jugadores que llegaron pero que aún no rindieron, quedando por el momento por fuera de la clasificación a los play offs finales y a la Copa Sudamericana y habiendo sido eliminados ambos equipos de forma rápida de la Copa Argentina, siendo la Copa de la Liga el único torneo que disputan.
La derrota de Central frente a Gimnasia fue dolorosa no sólo porque le dieron vuelta el partido luego de ir perdiendo sino por la alarmante falta de juego que muestra el equipo. En todo el primer tiempo atacó apenas una vez y en una muestra de oportunismo feroz, Cervera convirtió el único tanto del canalla. Pero luego de eso el equipo se quedó, se replegó aún más, dejó venir a un equipo herido que le dió vuelta el resultado. Y en el momento de mostrar orgullo y juego y salir a atacar, Central no tuvo respuestas. Ni desde el banco (asombra que Russo haya hecho solo dos cambios) ni desde el campo de juego. Apenas la voluntad de Campaz y algunos arranques del ingresado Lovera, pero nada más. Poco, muy poco para un equipo sin respuestas anímicas ni futbolísticas. Un equipo con una falencia enorme cuando juega en condición de visitante, donde cada vez que sale se trae un resultado negativo. Falencia disimulada en el torneo anterior ya que había convertido al Gigante de Arroyito en una fortaleza casi inexpugnable.
Lo mismo con Newells y su derrota ayer frente a Estudiantes en su estadio. Un planteo táctico de 5-3-2 para defender que se convertía en un 3-5-2 a la hora de atacar, con dos delanteros de área como Recalde y May no le sirvió al equipo de Heinze para crear juego y llegar con claridad al área rival. Apenas dos llegadas en todo el primer tiempo (un disparo de fuera del área y un cabezazo desviado) atestiguan esa falta de juego. Lo que se agravó en la segunda mitad, sobre todo luego del gol pincharrata. Ante la necesidad de salir a buscar el resultado, el conjunto leproso careció de ideas de cómo hacerlo, pero sobre todo de una idea de cómo atacar y crear peligro. Apenas un remate de Recalde luego de un preciso pase de Vangioni fue todo lo que generó el equipo de Newells. Y así llega al clásico, repudiado por su gente con la silbatina con la que lo despidió, sin saber a que juega, habiendo perdido en lo que era su fortaleza, el Coloso, adonde en todo el año sólo había sido derrotado una vez por el último campeón, River.
Triste presente de los dos representantes rosarinos en primera, dos equipos de los que se esperaba mucho más en la previa a este torneo. Por tener dos técnicos referentes y con mucha experiencia que venian del campeonato anterior dirigiendo los equipos y tuvieron tiempo de sobra para preparar los equipos y sus ideas futbolísticas.
Quizás Central llegaba un poco más atrás por haber vendido a sus dos mejores jugadores, Alejo Véliz y Gino Infantino y no haber incorporado jugadores que los puedan reemplazar. Queda muy claro en el caso del 9, cuyos goles quedaron vacantes y no tiene el canalla hoy un delantero con la capacidad goleadora y el oportunismo de Véliz. Las incorporaciones (Lovera, Werner, Bogado, Sandez y Cervera) no lograron aún suplantar esas ausencias y afirmarse en la primera, pareciendo que más que titulares llegaron para ser suplentes en el equipo. La incorporación más importante, Maxi Lovera, viene de una lesión que lo mantuvo alejado de las canchas más de un mes y venía de una experiencia frustrada en Europa, donde no llegó a mostrar la calidad de su juego.
Así llegan Central y Newells al clásico del sábado, con técnicos con mucha espalda y referenciados con sus clubes pero que sin embargo no pudieron plasmar en cancha una identidad de juego ni conseguir grandes resultados (lo mejor fue la muy buena primera ronda de Newells en la Copa Sudamericana y que sus localías se hayan hecho fuertes). Técnicos que en caso de perder alguno de los dos pueden llegar a verse cuestionados y que se les pida la cabeza.
Un clásico para no perderse, no tanto por lo que está mostrando cada equipo sino por las urgencias y necesidades de ambos. La clasificación a la Copa Sudamericana del año que viene es hoy el objetivo más fuerte para Central (por primera vez en mucho tiempo está quedando afuera) y a los play off finales de la Copa de la Liga lo es para Newells. Pero más allá de esos objetivos concretos, lo fundamental para leprosos y canallas es encontrar una identidad de juego, plasmar en cancha una idea de la que hoy carecen. Porque más allá del clásico (y sabiendo que los clásicos hay que ganarlos como sea) si no logran saber a qué jugar e imponerse en las canchas, lo más probables es que fines de semana negros como el que pasó sean más comunes de lo esperado.